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2 Febrero 2022

Cuentos de animales: Los gatos invisibles

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En este cuento de animales ¡los perros se toman la ciudad y hacen que los gatos se escondan! Sigue leyendo o mira el video para que descubras cómo se resuelve esta historia.

Este es un cuento de animales para niños escrito por Andrés Huertas para nuestro programa Territorio Mágico, Alegría contagiosa.

 

Los gatos invisibles

Cuando los perros invadieron las calles con sus enormes dientes y mal carácter, los gatos tuvieron que buscar los escondrijos más insospechados, en los rincones oscuros, en los tejados, en las negras y malolientes cloacas de la ciudad. Los perros se comieron toda la comida, se llevaron todas las camitas, incluso se apoderaron de los rascadores y de los cepillos sacapelos. Los gatos andaban con hambre, durmiendo en el suelo, con frío.

Pronto algunos gatos empezaron a enfermarse, pero otros se reunieron y le pidieron a la luna que se escondiera, y ella se corrió lentamente, sin hacer ruido, y se hizo detrás de las nubes. Mientras los perros dormían, los gatos fueron en silencio y se llevaron algunas cajas de concentrado, y algunas camitas y mantas para cuidar a los más agripados. Al día siguiente apenas estaba saliendo el sol, los gatos le pidieron a la lluvia que cayera con fuerza y todas las gotas de agua estuvieron de acuerdo y se dejaron caer sobre los perros que se refugiaron bajo los tejados.

Cuentos de animales: Los gatos invisibles

Entre la niebla de la madrugada, los gatos enviaron mensajeros a todos lados y se pusieron de acuerdo unos con otros y buscaron pelotas de caucho, frisbees, huesos de juguete, polvos antipulgas, silbatos de juego, pistas de acrobacias y cepillos de cerdas gruesas y esa noche se ubicaron en las esquinas de los edificios, en los parques, y las azoteas y, cuando los perros se despertaron, los gatos lanzaron los frisbees y las pelotas y los perros corretearon felices de un lado a otro, se rieron ladrando a carcajadas y se quedaron dormidos.

Los gatos les pusieron bozales a todos y cada uno y recogieron sus cosas, se quedaron unos días jugando y durmiendo en sus camas, comiendo concentrado, jugando con las pelotas y la luz de las linternas, hasta que los perros, desesperados y hambrientos fueron a buscarlos.

Se sentaron en medio del parque, hubo conferencias y aullidos, los gatos soplaron y los perros gruñeron, pero, al final, todos se dieron cuenta de que unos y otros necesitaban más o menos las mismas cosas: comida, juguetes, camitas mullidas y caricias tranquilas y ahí mismo hicieron las paces, los gatos les quitaron los bozales a los perros, armaron una fiesta de perseguir pelotas y saltar rollos de papel higiénico y todo estuvo bien: perros y gatos aprendieron a vivir juntos.

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