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1 Febrero 2022

Cuentos de animales: Yiya la babilla

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¿Será que a Yiya la babilla justo hoy le salió su primera espinilla? Continúa leyendo y descúbrelo en esta nueva entrega de nuestros cuentos de animales.

Cuento de animales basado en la historia enviada por Carolina Manios, televidente de Territorio Mágico, Alegría contagiosa.

 

 

Yiya la babilla

Una mañana Yiya, una babilla, se levantó y, al bajarse de la cama, se pegó en la espinilla. Ella no sabía que tenía una espinilla debajo de su piel tan gruesa, pero sintió mucho dolor, en la espinilla, pero luego salió corriendo y con la puerta se pegó en la barbilla, debajo de la quijada y, como le dolía tanto, se fue corriendo al lago a ver por qué le dolía la espinilla y por qué le dolía la barbilla. 

Al ver su reflejo en el lago, Yiya gritó con horror, porque justo en su barbilla, como un enorme volcán, había un grano rojo que estaba a punto de estallar. La pobre Yiya se escondió en un hueco, no se quería dejar ver de nadie. La buscó la mamá y el rey de las babillas en su silla de oro, y una culebra que se paseaba por ahí, pero la que la encontró en su cueva fue una coneja, que resbaló dentro del hueco. 

Cuentos de animales: Yiya la babilla

Al principio, Maleja, la coneja, pensó que la babilla se la iba a comer de desayuno, pero como la vio llorando amargamente, se acercó y le dijo: “No me comas, que puedo ayudarte, ¿por qué lloras?” La babilla la miró un momento y le dijo: “Ayyy, Maleja la coneja, me duelen las rodillas, y las espinillas, y me salió un volcán en medio de la barbilla. ¡No sé qué hacer! ¿Estoy enferma? ¿Se me va a caer la rabadilla?”

Maleja la coneja se acercó y le dijo, mientras sacaba algo de su cartera: “No es nada Yiya, ni tienes por qué esconderte”, y mientras le echaba una pomada en la quijada, agregó, “Esos cambios se llaman pubertad y llegan solos con la edad”. Y con la pomada en la quijada, a Yiya la babilla se le pasó el dolor, y con las palabras de la coneja, dejó la vergüenza. 

Las dos salieron del hueco oscuro y Yiya le comentó a su nueva amiga: “Ayy Maleja, no sabía que crecer doliera tanto”. Maleja se rió y le respondió mientras daba saltos de aquí para allá: “Vas a ser una linda jovencita, mi chinita, así que lávate, ya te traigo un poco de aceite de coco para que se te quite la cicatriz, y puedas estar feliz”.


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