5 Septiembre 2025
El planeta invisible: un mundo increíble bajo nuestros pies
Bajo la superficie hay un universo secreto y esencial, una red subterránea de vida y procesos que sostiene la salud de los ecosistemas que conocemos. En este planeta invisible, tres protagonistas se entrelazan en una danza constante: raíces, hormigas y aguas subterráneas. No actúan por separado, se entrecruzan dando forma al paisaje, alimentando la biodiversidad y regulando los ciclos vitales.
1. Las raíces: más que anclajes, redes de comunicación
Las raíces no solo fijan a las plantas al suelo mientras absorben agua y nutrientes; también se conectan entre sí gracias a las micorrizas. Estas redes de hongos funcionan como un internet biológico subterráneo, donde se intercambian agua, nutrientes e incluso señales de alerta. Por ejemplo, un árbol atacado por una plaga puede activar defensas en sus vecinos a través de esta red.
Un detalle fascinante: quizá no sean las plantas las que avisan, sino los propios hongos. Escuchan a su huésped y transmiten la alerta para proteger la red entera.
Pero eso no es todo. Las raíces y su descomposición mejoran la aireación, el drenaje y fertilizan el suelo de forma natural.

2. Túneles de hormigas: ciudades subterráneas e ingenieras del suelo
Las hormigas construyen verdaderas metrópolis bajo tierra, con túneles y cámaras que pueden alcanzar varios metros. Su labor de excavación, llamada bioturbación, transforma el suelo mejorando la infiltración del agua y previniendo la erosión.
Además sus nidos mezclan partículas del suelo y crean puntos calientes enriquecidos con materia orgánica. Incluso aportan nitrógeno gracias a bacterias de su propio sistema digestivo que pasan al suelo durante la construcción.

3. Aguas subterráneas: el flujo lento que sostiene la vida
El agua que circula por acuíferos alimenta ríos, manantiales y humedales, especialmente en épocas secas. Su nivel “el freático” condiciona dónde pueden crecer las raíces y hasta donde excavan las hormigas. Las plantas con raíces profundas pueden acceder a esta reserva constante, vital en entornos áridos.

4. La magia está en la interacción
Aquí está la maravilla, las raíces muertas dejan canales que las hormigas reutilizan y amplían. Esos mismos túneles facilitan el ingreso de agua que nutre raíces y acuíferos. Las raíces, a su vez, acceden a esa agua subterránea y sostienen tanto plantas como hormigas en una red de vida compleja.
5. Amenazas a este mundo frágil
La dinámica subterránea no está exenta de peligros, muchos provocados por la actividad humana:
- Contaminación: pesticidas y fertilizantes envenenan la vida del suelo y contaminan acuíferos.
- Urbanización: la compactación del suelo impide la infiltración vital del agua.
- Deforestación y agricultura intensiva: erosionan y degradan el suelo.
- Sobreexplotación de acuíferos: extraer agua más rápido de lo que se repone agota este recurso esencial.
6. Dato extra sorprendente: la memoria del suelo
El suelo conserva evidencias del pasado. Por ejemplo, su firma isotópica de carbono refleja si antes fue pastizal o matorral. Es decir, el suelo recuerda su historia ecológica.
7. ¿Por qué cuidar este planeta invisibilizado importa?
Preservar este ecosistema subterráneo es vital para lo visible porque promueve la biodiversidad, mantiene cultivos, regula el agua y ayuda a mitigar el cambio climático. Fomentar prácticas agrícolas sostenibles, proteger acuíferos y reducir la contaminación son pasos esenciales. Lo que ocurre debajo de nuestros pies es el eco de nuestras acciones